Prospecciones de la población flotante

2017, Población Playa Blanca, Antofagasta

La ciudad de Antofagasta se ordena urbanísticamente en términos simbólicos, dividiéndose en función de los ejes riqueza/pobreza; Esto se da tanto en función del eje Norte/Sur, como en el eje Costa/Cordillera. La población Playa Blanca es una excepción. Fundada a comienzos del siglo XX es una población de clase media o quizás incluso de bajos recursos, pero por distintos procesos de crecimiento de la ciudad, ha quedado en medio de otros sectores acomodados. Por esta situación en los últimos años los vecinos de esta población se han visto sostenidamente invadidos por nuevos proyectos, como la costanera que en su totalidad está llena de pubs y restaurantes, cambiado el carácter del barrio. Otros, han quitado terreno de esparcimiento social, como el hotel HN y canchas de fútbol particulares, que han ganado terreno de playa, siendo que las playas en Chile debiesen ser de libre acceso.  A lo anterior se debe sumar la ocupación de terrenos comunitarios para grandes proyectos habitacionales, especialmente por parte de la constructora Almagro. El casino Enjoy es otro proyecto que incluso ha generado desplazamientos forzados de familias. De esta manera sus espacios de esparcimiento se ven sistemáticamente reducidos, “espacios que una vez fueron importantes para nosotros, que son parte de nuestra memoria más íntima, se transforman, cambian, y nos descolocan” comenta un dirigente social manifestando también la exclusión de los procesos de modernización de toda el área periférica, dejándolos paradojalmente, siendo un centro excluido. Esto produce gran frustración frente a los atropellos por parte de grupos económicos poderosos que se apropian de sus espacios, denigrando su calidad de vida.

Esta historia particular, se puede proyectar a la región de Antofagasta en general, donde las personas siempre están supeditadas a la producción y la industria.  las personas son población flotante, se les  puede contaminar, ser removidos sin más, como lo fue el caso de Chuquicamata por dar un ejemplo.

Si el hombre es en la medida que habita, somos lo que hacemos día a día, lo habitual. ¿Qué es el hombre en la medida que deshabita, cuando lo que hace día a día es extraído?

Arqueologías contemporáneas

Por supuesto hablar de arqueología contemporánea es una contradicción. El término, del griego Archaois, significa antiguo, arcaico, sin embargo es una ciencia que posee una carga teórica y metodológica que nos permite atisbar el modo de vida de grupos humanos ya desaparecidos. Por otra parte, una prospección en arqueología es excavar porque hay una sospecha de un sitio de importancia que nos revelará un modo de vida particular, sospecha que surgió al ver los vestigios arquitectónicos de la calle Sangra, en la población Playa Blanca, cerca de las ruinas de Huanchaca. En ella aún se pueden distinguir rasgos de una casa preexistente a pesar de haber pintado y pavimentado en pos de borrar un habitar.

Hecha la excavación el arqueólogo intenta una reconstrucción histórica de una cultura, y descubre sus patrones culturales básicos e interpreta lo que encuentra. El valor no está en el objeto por sí mismo sino que, el hallazgo tiene valor en la información que nos proporciona, y en la lectura que se pueda interpretar de ellos a través de los objetos y su distribución más allá de su belleza, o la tecnología implicada en ella. Todos estos factores se relacionan en gran medida con el arte, ya que ambas disciplinas son una interpretación abierta de lo que se nos presenta, donde lo importante sería en definitiva sacar a la luz lo que está ausente.

Como los arqueólogos pienso los restos como elementos culturales y me interesan los puntos de intersección entre estas disciplinas que permiten instalar en paisajes determinados realidades territoriales silenciosas, olvidadas, escondidas, y dar importancia a estas presencias discretas al hacerlas visibles en el territorio por medio de operaciones e intervenciones (en este caso artísticas). Por esto propongo analizar las transformaciones del barrio bajo una metodología arqueológica. Buscando vestigios y rastros de desplazamientos, ir detrás de una huella de un habitar, poniendo énfasis en la dimensión de la fragilidad humana, su habitar removido por una idea de progreso que nunca llega a ellos y los excluye.

Dentro de la práctica arqueológica, en general sucede que se elige los restos de lo más espectacular: sitios ceremoniales, tumbas etc.  Primero se estudia lo imponente, la grandeza, luego pasamos al resto. Me interesa poner en valor lo inestable como reflejo más fidedigno de la historia, la fragilidad como parte importante de la realidad. La historia no es solo lo grandilocuente, a veces estas historias son más reales que las oficiales. Me parece que en este sitio se revela una lógica cultural que impregna la ciudad que habito. Es la búsqueda de una población sin importancia, finalmente todos somos la población flotante. Mediante la recreación de una excavación y salvamento arqueológico de un espacio doméstico busco poner en valor ese habitar. 

¿Es posible plantear una arqueología de lo inestable, del despojo, de revelación frente a la desaparición, una acción de restaurar frente al deshacer? Hacer visible la historia oculta de los espacios a través de lo fragilidad de la vida, lo cotidiano, lo doméstico y lo privado.

Tal como es importante leer el pasado, también lo es el presente y lo cotidiano ¿Por qué a esta cultura, la población flotante, no se estudia con la misma dedicación  que una del pasado? Del mismo modo que el arqueólogo se vuelca al estudio del pasado, a fin de revivirlo, hacerlo patente, se propone trabajar el lugar a modo de asentamiento, recreando hábitos dentro del contexto doméstico una vez habitado, revelando a través de objetos que puedan arraigar la vida y las voluntades, elementos residuales de un capitalismo salvaje.

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